Autismo
El autismo no es una enfermedad, sino una condición neurobiológica congénita que afecta la comunicación, la interacción social, el comportamiento y el aprendizaje de las personas. Los primeros indicadores suelen manifestarse durante los primeros tres años de vida.
Se le denomina «espectro» debido a la gran diversidad de fortalezas y desafíos que se presentan en cada caso. Un diagnóstico oportuno permite implementar una intervención temprana, lo que puede generar mejores avances y aumentar las posibilidades de que la persona asista a la escuela de manera efectiva.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS):
- 1 de cada 160 niños presenta esta condición.
- Se estima que hay cinco veces más hombres que mujeres con autismo.
- Cada año, la incidencia crece un 17%.
- Es una condición congénita que, por lo general, se manifiesta en los primeros tres años de vida.
- En nuestro país, la estadística es de 1 niño con autismo por cada 115.
Señales de alerta
Las señales de alarma en el desarrollo temprano pueden incluir:
- Comportamiento excesivamente tranquilo o muy irritable.
- Aparente sordera.
- Contacto visual inusual.
- No sigue la mirada o el señalamiento de los adultos.
- No señala con el dedo para pedir o referirse a algo.
- No responde al nombre o lo hace tardíamente.
- No imita a las personas o lo hace con retraso.
- No participa en juegos sociales con los padres o cuidadores.
- Retraso o «pérdida» del lenguaje.
- Llanto sin motivo aparente.
- No responde a la sonrisa de los padres.
- Juega de manera repetitiva o tiene rituales de orden.
- Trastornos de alimentación.
- Trastornos de sueño.
Otros comportamientos observados más tarde pueden incluir:
- Ve los mismos videos repetidamente.
- Es hábil para armar rompecabezas o manejar dispositivos electrónicos.
- Repite lo que escucha (ecolalia).
- Parece comprender solo lo que le interesa.
- Pide objetos o acciones llevando de la mano al adulto.
- Participa en juegos físicos con los padres (caballito, cosquillas), pero no en juegos sociales (escondidas, devolver carritos).
- No suele iniciar interacciones con los padres o cuidadores y, cuando lo hace, es a su manera, sin responder adecuadamente al juego o afecto.
- Interacción limitada o ausente con niños de su edad.
- Temor o malestar frente a sonidos imprevistos.
- Malestar o rechazo asociado al control de esfínteres y uso adecuado del baño.
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El autismo no es una enfermedad, sino una condición neurobiológica congénita que afecta la comunicación, la interacción social, el comportamiento y el aprendizaje de las personas. Los primeros indicadores suelen manifestarse durante los primeros tres años de vida.
Se le denomina «espectro» debido a la gran diversidad de fortalezas y desafíos que se presentan en cada caso. Un diagnóstico oportuno permite implementar una intervención temprana, lo que puede generar mejores avances y aumentar las posibilidades de que la persona asista a la escuela de manera efectiva.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS):
- 1 de cada 160 niños presenta esta condición.
- Se estima que hay cinco veces más hombres que mujeres con autismo.
- Cada año, la incidencia crece un 17%.
- Es una condición congénita que, por lo general, se manifiesta en los primeros tres años de vida.
- En nuestro país, la estadística es de 1 niño con autismo por cada 115.
Señales de alerta
Las señales de alarma en el desarrollo temprano pueden incluir:
- Comportamiento excesivamente tranquilo o muy irritable.
- Aparente sordera.
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- No sigue la mirada o el señalamiento de los adultos.
- No señala con el dedo para pedir o referirse a algo.
- No responde al nombre o lo hace tardíamente.
- No imita a las personas o lo hace con retraso.
- No participa en juegos sociales con los padres o cuidadores.
- Retraso o «pérdida» del lenguaje.
- Llanto sin motivo aparente.
- No responde a la sonrisa de los padres.
- Juega de manera repetitiva o tiene rituales de orden.
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Otros comportamientos observados más tarde pueden incluir:
- Ve los mismos videos repetidamente.
- Es hábil para armar rompecabezas o manejar dispositivos electrónicos.
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- Parece comprender solo lo que le interesa.
- Pide objetos o acciones llevando de la mano al adulto.
- Participa en juegos físicos con los padres (caballito, cosquillas), pero no en juegos sociales (escondidas, devolver carritos).
- No suele iniciar interacciones con los padres o cuidadores y, cuando lo hace, es a su manera, sin responder adecuadamente al juego o afecto.
- Interacción limitada o ausente con niños de su edad.
- Temor o malestar frente a sonidos imprevistos.
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